Lunes de Garfield

Piratas del Caribe… y de otras partes del mundo

Por Valentín García

Nunca antes fue tan caro ser aficionado al cómic, pero nunca antes hubo tanta facilidad para conseguir el material sin comprarlo. En estos días que comprar un cómic original cuesta más que un día de salario mínimo en nuestro país, es más fácil meterse a Internet y buscar el último ejemplar de los Vengadores Oscuros en cualquiera de los miles de sitios que nos presentan el ejemplar en su idioma original o incluso traducido al español por fans que comparten sus compras con el resto del mundo.

Pero ¿El no tener dinero justifica bajar material con derechos reservados? ¿qué tanto afecta en verdad a la industria estas acciones? Acorde a las grandes empresas, las pérdidas anuales por descargas en línea son millonarias, sin embargo aquí cabe ver no solamente el punto de vista de los grandes corporativos sino el del aficionado común que sólo tiene cierta cantidad de dinero destinada a su afición por mes y no puede arriesgarse a comprar el último bodrio de Loeb “a ciegas”.

¿Dónde termina el derecho del consumidor a verificar la calidad antes de comprar un producto? Eso, por lo pronto, reside en cada uno de los fans que tienen que entender que las empresas que producen comics existen gracias a las ganancias, las cuales son mermadas por cada cómic que dejan de comprar. Esto provoca una reacción en cadena que desemboca en un incremento de precios y dificulta a otros posibles clientes a acercarse a la industria comiqueril. Claro, hay mucha gente que solamente baja las historietas que no acostumbra comprar, incluso este método sirve para que los fans de hueso colorado se terminen de convencer de gastar sus centavos en una historieta que no pensaban comprar o les ayuda a decidir entre los Hombres X y Daredevil.

Pero ¿Cuándo el material que buscas es tan particular que no solamente es difícil de conseguir, sino imposible? Ya sean cómics independientes, internacionales o de editoriales desaparecidas que el bajar su trabajo en poco o nada afecta a las empresas nacionales o internacionales por mucho que los personajes tengan derechos de autor.

Como ejemplo claro tenemos El Baúl del Cómic del buen Pantoja, su gustada sección dentro de la Covacha es un claro ejemplo de descarga ilegal de cómics que complace a fans de toda Latinoamérica pues, sin ánimos de lucro, comparte su colección de manera virtual. Estos cómics se consiguen solamente entre coleccionistas particulares o en algunas tiendas especializadas y los precios son exorbitantes debido a la escasez de ejemplares. Ya que son ejemplares de editoriales que actualmente no cuentan con copias de dichos “cuentos” –o que ni siquiera existen ya- no afecta directamente a dichas empresas (La Prensa, Novedades, Novaro, etc), y es por el aporte Cultural a la Historia Nacional del Cómic que en La Covacha no tenemos empacho porque Raúl nos comparta su vasta colección.

Así como él, seguramente podrás encontrar material de artistas latinos, europeos o asiáticos por toda la red que enriquecerán nuestro gusto por el noveno arte y que de otra manera no podríamos conseguir su trabajo.

Como suele suceder, la moderación es el consejo ideal para aquellas personas que gustan de bajar material con copyright de Internet –ya sean películas, cómics o música. Y ante todo usar este recurso como una manera de conseguir material inaccesible o a manera de selección previa al material que si consumirás durante ese mes.